El despido del seleccionador Sergio Batista, la mala campaña que realizó Brasil, Argentina y Chile, eliminados en cuartos de final, la gran campaña de Venezuela y Perú, que llegaron a disputar entre sí por el tercer lugar del certamen, las «suaves» sanciones aplicadas a jugadores de Venezuela y Paraguay, y los pésimos partidos que disputó el mejor jugador del mundo con su selección, fueron algunos de los hechos más destacados de esta copa América que dejó como campeón al seleccionado Uruguayo.
La capacidad de los venezolanos para hacer algo más que telenovelas, reivindicada con genialidad por su portero Renney Vega, o la idea del uruguayo Sebastián Abreu de «carnear» a Messi para poder pararlo, también han hecho sonreír en un torneo que ha tenido como rumor de fondo las ocurrencias de Diego Maradona.
Han sido los técnicos Sergio Markarián (Perú), César Farías (Venezuela) y Gerardo Martino (Paraguay), los de verbo más fácil, mientras que largas han sido las parrafadas de las comparecencias del argentino Sergio Batista, en todos los casos desprovistas de contenido alguno.
Messi consideró «de mierda» el autogol recibido por su equipo en una jugada desgraciada ante Bolivia. Martino apenas se alejó de la zona y reconoció que habían tenido «culo» ante Brasil.
En torno al desempeño de la selección argentina llegaron algunas de las frases de la Copa. El presidente de la AFA, Julio Grondona, no dudó al afirmar ante las críticas que Messi siempre juega bien. «Son los demás los que lo hacen mal», agregó.
Carlos Tevez se mostró dolido por los insultos y en torno al equipo aparecieron pancartas que instaban a Batista a abandonar la selección. El concepto más preciso al respecto corrió, sin embargo, por cuenta de Diego Maradona.
«Si yo sólo le gano a Costa Rica, me habría ido», dijo el alusión al técnico. La réplica llegó de parte de Fernando, hermano de Batista. «Maradona se olvida que se comió seis con Bolivia y no renunció», intervino en el asunto.
No todo fue Argentina. Markarián estaba «podrido con los rótulos» en su contra, Farías pidió respeto e informó de que a pesar de los buenos resultados no se iban a embriagar con vino tinto.
A Martino, el colombiano Wilmar Roldán le pareció un mal árbitro, a Markarián le pareció que se debía «desenmascarar» alguna actuación y calificó de «vergonzoso» la del que dirigió la semifinal de su equipo con Uruguay, aunque sin cuestionar la superioridad del rival.
Que el brasileño Salvio Fagundes pite la final, le pareció «cómico», al igual que el hecho de que no hubiera sanciones tras los incidentes entre los jugadores del Paraguay y Venezuela.
El argentino que dirigió a Costa Rica, Ricardo La Volpe, relativizó algunas cuestiones del fútbol al afirmar que no conoce técnicos que valgan cien millones de euros, pero sí jugadores que lo valen y el futbolista peruano, Juan Vargas, reconoció que su selección podía perder «con todos, menos con Chile».
En cualquier caso, las afirmaciones más irreproducibles que se expandieron en el entorno de la Copa giraron sobre Leo Messi, su rendimiento, su posición en el campo, su acoplamiento al equipo, su comunicación con sus compañeros, su argentinidad o su capacidad como cantante de himnos. Fueron irreproducibles no por su contenido, que también en algunos casos, sino por su espesura: el debate fue interminable, casi escatológico.
Fuente: Golgolgol.net