Bogotá se vistió de gala para darle una linda despedida al certamen mundial que se organizó en tierras cafeteras. Con una hermosa ceremonia organizada por los encargados del Festival Iberoaméricano de Teatro, el mundo vio una clausura llena de luces, colores, música y fuegos pirotécnicos, que brillaron en las retinas de los asistentes, que ademas gozaron con esta ceremonia inspirada en la mitología indígena colombiana, que abrió con un acto de amor entre el dios sol (Xué) y la diosa luna (Chía) y que termina con la fecundación de la tierra, acto con el que se cerró el XVIII Mundial Sub-20 de fútbol.
Una noche especial a la que bautizaron con la palabra Za (que en lengua muisca significa noche), y en la que se rindió un homenaje por parte de artistas encargados de contar una historia en la que se mezcló la mitología y la realidad con ayuda de recursos de alta tecnología.
El acto de clausura presentó imágenes en tercera dimensión que proyectaron sobre la cancha del estadio ‘El Campín’, de Bogotá, los nombres de cada una de las selecciones que participaron en el mundial y al final un Colombia inmenso que se ganó el aplauso de los más de 35.000 espectadores que colmaron las graderías.
Los fuegos pirotécnicos fueron la constante de la ceremonia y las luces de todos los colores, aunque destacaron el amarillo, el azul y el rojo de la bandera colombiana. Se escuchó entonces la música del grupo musical colombiano Chocquibtown que ya fue nominado a los premios Grammy. Aparecieron además malabaristas con un balón de fútbol.
Los artistas que pertenecen al Festival Iberoamericano de Teatro formaron también la palabra Goool con su cuerpos, mientras una gigantesca representación de la Copa Mundial que se le entregará al campeón apareció en el aire acompañada por nuevos juegos de luces y de hombres que formaban estrellas en medio de un gran universo. Un total de 15 toneladas de luces y cerca de 500 artistas formaron parte del gran espectáculo dirigido por Pedro Salazar.