El desafío de Philippe Montanier no era un imposible. Ganar al Barcelona es difícil. Aún lo parece más empatarle un partido que se pierde por dos goles al descanso. La Real Sociedad aprovechó cinco minutos de despiste azulgrana para conseguir un empate que disimula su pobre rendimiento.
La primera parte se volvió un eterno rondo, favorecido también por cierta desidia o impotencia de la Real. Casi sin querer, escasamente contagiada por el empuje de Agirretxe, consiguió abortar el anunciado festival goleador azulgrana al comienzo de la segunda mitad. El delantero realista marcó de nuevo de cabeza (tres en dos jornadas) antes de que el desconcierto se apoderase de Anoeta.
Villa desencadenó la jugada clave de la tarde. Ofreció un mal pase a su defensa desde el centro del campo. Agirretxe acudió a por la pelota, entró en el área y la picó por encima de Víctor Valdés. Busquets la despejó con la mano y la mandó al larguero. Griezmann aprovechó el rechace.
El gol se cantó en diferido. Hubo dudas de qué había pitado Mateu Lahoz. Finalmente validó el tanto y amonestó con amarilla a Busquets. A partir de ese momento se nubló el juego del Barcelona y la Real regaló a su afición unos minutos de verdadero compromiso con la causa.