«Creo que lo que acaba por pesar más es el colectivo del Barca. Por alguna razón, Messi no consigue probar lo que vale cuando juega por la selección de Argentina», anotó.
En su cuarta temporada en el Real Madrid -al que llegó procedente del Oporto a cambio de 30 millones de euros, el defensa de origen brasileño reivindicó su rendimiento y comentó que «ya no se habla» de la famosa maldición de los centrales del club blanco. «Creo que contribuí para eso», apuntó el tres del Real Madrid, cuyo mayor lunar en la Liga española fue la agresión al medio del Getafe Casquero, en abril de 2009.
«Hasta este lunes no consigo entender (el porqué de la agresión). En el campo, Casquero me llamó aquellas cosas que oímos muchas veces y que no nos gustan, sobre todo acerca de los familiares. En cierta altura exploté y ocurrió eso», rememoró.
El internacional luso se lamentó de que su imagen saliese perjudicada desde entonces y defendió su estilo de juego. «Hoy en día, soy un jugador que comete una o dos faltas por partido. Y casi siempre faltas muy normales. Aun así, los árbitros me amenazan con tarjetas amarillas. Es lamentable, pero tengo que saber convivir con eso», argumentó.