Amador irrumpió en un estallido de júbilo como si hubiese asistido a un gol de Higuaín o Benzema en el Bernabéu. Estaba tan feliz que se dirigió, en plan líder total, a sus 51 compañeros del centro para arengarles de esta guisa. «Ahora vamos a cantar todos el himno del Madrid». Y lo hizo, sin cortarse un pelo, recitando las estrofas del himno de las mocitas madrileñas con una precisión admirable. El 7 se entusiasmó con el empeño del chaval y también se puso a cantar con él. Jorge Mendes le miraba alucinado: «Hacía tiempo que no veía así a Cristiano. Él también es un niño grande y se emociona con estas cosas».
Sagrario Balmaseda, la responsable del centro, entregó unos regalos al portugués, elaborados por los propios alumnos (aunque no sabían para quién iban dirigidos).
Otro de los afortunados que pudo estar presente en la visita sorpresa de Cristiano al Navas de Tolosa fue Dioni, el cerebro del conocido grupo Camela, que es el segundo de España que ha vendido más discos en los últimos quince años con su famosa tecno-rumba. Dioni, madridista confesó: «Este es el barrio de nuestro querido Raúl, pero hasta que pueda visitarnos en el futuro es un lujo inolvidable que haya venido hasta aquí el mejor futbolista del mundo. Cristiano se ha ganado nuestro corazón para siempre».