Mesut Özil busca triunfar con el dorsal merengue que desde el 2005 ha frustrado a varios talentosos.
Para mucho esto sonará curioso, para otros se trata de una verdadera maldición, pero lo cierto es que desde que el portugués Luis Figo dejo el Real Madrid en el 2005, los jugadores que se han puesto la «10» no han conseguido triunfar en el Santiago Bernabéu con dicho número. En la lista de los que han sufrido esta maldición, están Robinho, Sneijder y Lass Diarra, todos ellos la vistieron en el pasado y ninguno pudo brillar como se esperaba. Tras siete años de la salida del volante luso, quien fuese el ultimo en deslumbrar con el mítico numero, el destino puso en la espalda del habilidoso alemán Mesut Özil, la responsabilidad de acabar con este presagio y demostrar con talento, el verdadero valor del numero.
Cuando Özil llegó a las filas merengues, el 10 era de Lass y el jugó con el 23 sus primera temporadas vestido de blanco, el talento del alemán sobresalió en el onceno de Mourinho y Madrid no dudó en arrebatar el 10 a Lass y entregárselo a su nueva joya. Con el «10» en la espalda de Mesut, con Benzema llevando el «9» y Cristiano el «7», se cerraba a lo grande el círculo de tres números emblemáticos que han llenado de gloría al conjunto merengue.
Pero en este arranque de temporada Özil parece haber caído bajo el efecto de la maldición del 10. El alemán no es ni la sombra del jugador que fue la gran sensación de la temporada pasada. Se ha ido diluyendo poco a poco y ha despilfarrado todo el crédito que se había ganado tras un primer año brillante. Hasta el punto de que ha acabado el año como suplente y con el aviso de Mou de que seguirá en el banquillo hasta que sea el de antes.
Özil está siguiendo el mismo camino que Sneijder. El holandés, tras triunfar en su primera temporada de blanco con el 23, recibió como recompensa el 10. Y se atascó. Antes que Sneijder, el 10 fue un peso demasiado grande para Robinho. Tras tres años de decepción el brasileño se fue al City por la puerta de atrás. Ni hablar de Diarra que de igual manera llegó bajo gran expectativa y no logró poner el valor indicado, al mítico dorsal. Sea una maldición o cosas del destino, lo cierto es que el «10» merengue parece acabar con el talento de los `grandes´.