Lo anotó el futbolista del Dallas, Michael Gspurning, el pasado fin de semana en una nueva jornada de la MLS.
Muchos son los goles olímpicos que se han marcado a través de los años, sin embargo, hoy les quiero compartir el último que se ha anotado y que entró con una impresionante limpieza que lo coloca, según mi criterio, como el mejor de la historia.
Antes, por si no lo sabías, un gol olímpico, en el fútbol, sucede cuando el balón lanzado desde el saque de esquina entra directamente en la portería contraria sin que toque a ningún otro jugador. Es una anotación poco común en el desarrollo de los partidos.
Recibe su nombre del gol marcado por el argentino Cesáreo Onzari, a los 15′ minutos del partido amistoso celebrado el 2 de octubre de 1924 en la cancha de ‘Sportivo Barracas’, de la ciudad de Buenos Aires, entre la Selección Argentina y la Selección de Uruguay, flamante campeona en los Juegos Olímpicos de París, que ganaron los locales por 2 a 1.
El primer y hasta el momento único gol de este tipo anotado en una Copa Mundial de Fútbol fue conseguido por el colombiano Marcos Coll el día 3 de junio, en el Mundial de Chile de 1962, durante el partido jugado en el estadio Estadio ‘Carlos Dittborn’ de la ciudad de Arica, entre Colombia y la Unión Soviética.
Después de esta breve reseña histórica que recopila momentos y datos importantes de los goles olímpicos, ahora si me centro en lo que les quería compartir en esta ocasión. Se trata de un golazo que se apuntó Michael Gspurning, futbolista del Dallas, durante el encuentro ante el Seattle Sounders, que para mi gusto ha sido el mejor gol olímpico de la historia.
Transcurría el minuto 61′ del compromiso, cuando el futbolista estadounidense se hizo cargo de un tiro de esquina ubicado en el banderín derecho, ideal para su zurda prodigiosa. Los defensas rivales se movían bastante tratando de marcar a los hombres de ataque, cuando de repente Michael sacó un zurdazo, con una rosca tremenda, que se fue al fondo de la red ante el asombro de los aficionados y el portero que, literalmente, quedó ‘loco’…