Fue severamente goleada y aún así le dejó al mundo una lección de amor por el fútbol, celebrando el único tanto que marcaron.
Nuestro personaje de la semana curiosamente esta vez no es un futbolista que haya tenido un mal día o un técnico que se haya salido de casillas. Tampoco hace referencia a algún suceso curioso, sino que por el contrario está relacionado con una lección de humildad, profesionalismo y amor por el fútbol, que nos regalaron los jugadores de la selección de Tahití.
El representante de Oceanía en la Copa Confederaciones inició su participación en el torneo de campeones como se esperaba, goleada. Los dirigidos por el estratega Eddy Etaeta perdieron (6-1) ante su similar de Nigeria, que supo aprovechar los errores y la falta de experiencia de esta selección que está conformada por amateur.
Se sabía que el torneo iba a ser duro para este combinado, sin embargo, más allá de la «humillante» derrota, la selección de Tahití se gozó y se ganó el cariño de la gente su primer partido en esta Copa Confederaciones que se disputa en Brasil.
A Tahití le metieron seis, pero eso da igual. Podríamos contar que Nigeria le hizo media docena de tantos a una selección de aficionados, pero no contaríamos toda la verdad. El fútbol es mucho más que todo eso. En este deporte, a veces, mandan los sentimientos. Y éstos afloraron en la selección de Tahití, orgullosa perdedora en el marcador, pero primera ganadora de la Copa Confederaciones.
Los ‘Guerreros de Hierro’ fueron goleados, pero eso da igual. Se marcharon al vestuario con una sonrisa en la cara, orgullosos. Le habían demostrado al mundo que los perdedores también ganan, que un gol puede valer más que seis. Eso pasó con el de Jonathan, el mayor de los tres hermanos Tehau que juegan en la selección de su país. Ese tanto que supuso el 1-3 fue como ganar un Mundial, su Mundial, el de los que pierden siempre.
Es cuando menos sorprendente que un país de apenas 200.000 habitantes y con solo 15.000 licencias futbolísticas dispute la Copa Confederaciones. De los 23 jugadores del combinado de Eddy Etaeta solo uno, Marama Vahirua, es profesional en el Panthrakikos griego y a los partidos de la liga local acude una media de 100 espectadores.
Pero en Oceanía, el sistema de clasificación para la ConfeCup funciona de forma distinta al resto del mundo, donde por norma acude su campeón continental. La OFC (Confederación de Fútbol de Oceanía) disputa un play-off a un partido conocido como la Copa de Naciones entre las cuatro selecciones que pasan a la segunda fase de clasificación al Mundial, lo que da mayor chance a las sorpresas. El campeón va a la Copa Confederaciones, sin que este clasificación afecte los cupos designados para el mundial.