La hija de Tito sacó más de una lagrima a los centenares de personas que el pasado lunes despidieron el cuerpo del estratega español.
En España y en el mundo del fútbol estamos de luto. La semana pasada falleció uno de los mejores entrenadores que ha tenido el FC Barcelona y el deporte en general, a quien quienes lo conocieron lo recuerdan como un maestro, un profesional, un trabajador y, sobretodo, como una gran persona.
Obviamente les hablo de Francesc Vilanova i Bayó, más conocido como Tito Vilanova (Bellcaire, Gerona, 17 de septiembre de 1968 – Barcelona, 25 de abril de 2014). Como futbolista siempre sinónimo de entrega y como entrenador se caracterizó por la pasión que le pone a todo lo que hace, incluida la lucha contra el cáncer que finalmente le quitó la vida.
Tras su muerte, más exactamente durante el sábado y domingo siguientes, se le rindió homenaje en los diferentes estadios del mundo. Pero fueron sus exequias realizadas este lunes de lo que más se ha hablado al respecto. La razones son varias y entre ellas sobresale la emotiva carta que leyó Carlota Vilanova, su hija, durante la misa realizada en Barcelona.
«Nuestro padre era nuestro héroe, nuestro modelo a seguir, mi primer amor, amor que sentía cuando todavía no sabía lo que significaba. Amor que ya buscaba en la cuna y amor que aún busco y que espero que vuelva a casa a nuestro lado. El amor más grande e incondicional que se puede sentir el de un padre enamorado de sus hijos».
«De todas las cosas que mi padre me ha enseñado en estos fantásticos 19 años se olvidó de enseñarme cómo era vivir sin él. Supongo que ni él ni nadie podrá enseñármelo nunca, pero si tuviera que elegir la mejor enseñanza sin dida sería la que él mismo predicó con el ejemplo, que esta vida es demasiado corta para dedicarle tiempo a las cosas que no te hacen feliz. Él siempre me decía que luchara por mi sueños y que lo que me apasiona se convierta en lo que me dedique».
«A mi padre nada le cayó del cielo. Su pasión por el fútbol, trabajo y dedicación le llevaron a conseguir su sueño: Sentarse en el banquillo del primer equipo del Barza, equipo que siempre ha estado en su corazón. Ayer, cuando nos trajeron las cenizas a casa, al principio no podía entender cómo alguien tan grande podía estar ahí dentro. Pero la verdad es que mi padre no está ahí. Mi padre está vivo dentro de mí y todas las personas que la queríamos y es allí donde vivirá para siempre».