El joven cartagenero de apenas 16 años cumplió su sueño de jugar en el fútbol profesional colombiano, vistiendo la camiseta de la Universidad Autónoma.
Se termina la semana y en el resumen de lo más destacado del fútbol mundial muchos hablarán del golazo de James Rodríguez ante Almería, otros del doblete de Lionel Messi ante Getafe y algunos más sobre la aproximación del Chelsea al título de la Premier. Sin embargo, este miércoles se vivió un suceso del que todos están hablando y que se ha convertido en el tema del momento en las redes sociales.
No es para menos. El mundo deportivo ha hecho eco al emotivo debut oficial de Lorenzo Orellano, un guerrero de la vida que ha dado una lección de superación personal a través del fútbol. Generalmente la discapacidad es algo mental ya que cuando se sueña y se tiene actitud ningún impedimento físico es capaz de arrebatarle los sueños a nadie, y quien mejor que él para demostrar que con ilusión, trabajo y fe en Dios todo es posible en esta vida.
Este joven volante cartagenero de 16 años que nació sin su antebrazo izquierdo y en vez de lamentarse por esto, decidió soñar en grande con ser futbolista y demostró que todo era cuestión de tener disciplina ya que en el compromiso de Copa Águila entre Universidad Autónoma y Atlético Junior, logró debutar como profesional y dejar en claro que en el fútbol como en la vida los impedimentos están en la mente.
Al final el compromiso terminó con un 1-1 en el marcador, algo que sin duda alguna será anecdótico ya que el planeta fútbol recordará para siempre el 29 de abril de 2015 como el día en que debutó este jugador que le falta un brazo y pero le sobra talento, porque sobre el terreno de juego dejó muy claro que tiene condiciones para competir en la élite del deporte rey.
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Horas antes de debutar Lorenzo Orellano habló con el diario ‘El Heraldo’ manifestando lo siguiente: «Lo de mi antebrazo es de nacimiento y como es congénito entonces mi cuerpo se acostumbró de entrada a no tener completa esa extremidad. Yo hago mis movimientos fáciles, como si tuviera mi cuerpo completo. Nada me impide a desempeñarme de manera normal».