El defensa brasileño volvió a protagonizar ante Paraguay un error que ya había cometido frente al Chelsea con la camiseta del París Saint-Germain.
La victoria en penales de Paraguay (5-4) ante Brasil, en los cuartos de final de la Copa América, ha dejado muchas cosas para debatir. El resultado, los goles, la estrategia, la eliminación de uno de los favoritos, en fin, de todo se ha dicho al respecto. Pero, de lo que más ha hablado la gente en estas últimas horas es, sin duda alguna, de la mano de Thiago Silva que derivó en el tanto del empate (1-1) de los guaraníes.
La razón es una sola y tiene que ver con la infantil manera en la que el defensa carioca extendió su brazo para evitar el cabezazo de Roque Santa Cruz. El árbitro se dio cuenta de su ingenuidad y no dudó en sancionar la pena máxima que le permitió que Paraguay igualara el marcador y forzar la definición de la serie a los penales. Derlis González fue el encargado de marcar y ridiculizar, aún más, la polémica acción del central.
Lo más llamativo del caso es que no es la primera vez que Thiago hace algo así. Parece que no aprende de los errores. En Liga de Campeones ya comprometió la clasificación de su equipo, el París Saint-Germain, en su visita a Stamford Bridge al cometer un claro penalti, que convirtió Eden Hazard y que puso en ventaja al Chelsea, tocando el balón con la mano. Sin embargo, ese día equilibró las culpas marcando el tanto del empate y la clasificación final.
Al termino del compromiso que sentenció la eliminación del equipo de Dunga, Thiago Silva compareció ante los medios para referirse a esta curiosa conducta. «Es difícil dar una explicación de lo que pasó en esa jugada. Hago pocas faltas, en Francia he pasado tres o cuatro meses sin hacer una falta. Es difícil salir de una competición por un error así. Tengo que ver la jugada para explicarlo un poco mejor. Era una bola muy alta y no sentí que me había dado en la mano».