La caída ante Argentina ha servido para ratificar que los «hinchas» se acostumbraron a culpar al técnico gaucho de las derrotas nacionales.
Cumpliéndole a sus hinchas y demostrando por qué son los actuales subcampeones del mundo y dos veces de América, la Selección de Argentina se impuso como local (3-0) ante la Selección de Colombia, en partido valido por la jornada 12 de las Eliminatorias Sudamericanas rumbo al Mundial de Rusia 2018.
Los goles de Lionel Messi, Lucas Pratto y Ángel Di María fueron suficientes para que el elenco albiceleste se quedara con los tres puntos, completara 19 unidades y se metiera nuevamente en puestos de clasificación a la Copa del Mundo. Al termino del compromiso, que llamó la atención del continente entero, el nombre de José Néstor Pékerman Krimen se convirtió, una vez más, en tendencia nacional tras ser señalado como el gran culpable de esta nueva derrota tricolor.
Tal y como sucede cada vez que Colombia pierde un partido, los periodistas y los hinchas han sacado sus mejores armas para caerle encima al seleccionador. La gente, especialmente aquella que en la vida habrá pisado un campo de fútbol, se ha especializado en acusar al estratega argentino de manera injusta por las caídas cafeteras. Malacostumbrados a vivir en un país donde es más fácil destruir que construir, hoy he querido expresar mi opinión sobre este tema que ha acapara la atención de toda la nación.
La relación entre José Néstor Pékerman y la Selección Colombia inició de la mejor manera posible. En apenas un par de meses el estratega argentino cambió el semblante del equipo, modificó la mentalidad de los jugadores e instauró un sistema de trabajo que rápidamente comenzó a dar frutos. Tras conseguir la clasificación a una Copa Mundo tras 16 años de ausencia y su posterior histórica participación en el Mundial Brasil 2014, colocamos a Pékerman en un lugar celestial del que pensamos que nunca lo íbamos a bajar.
Pese a que perdimos de la manera más infantil ante Brasil en los cuartos de final del torneo y se terminó así la ilusión de los aficionados cafeteros, acudimos en grandes cantidades a la capital del país para recibir a nuestros héroes y rogarle a José Néstor Pékerman que se quedara en la selección un ciclo más, teniendo en cuenta que su contrato terminaba un poco antes de iniciar la Eliminatoria rumbo a Rusia 2018.
Nublado por el desbordante «cariño» de la gente, quienes en ese entonces lo postulaban incluso hasta para la presidencia del país, el técnico gaucho aceptó la renovación y decidió hacerse cargo de esta nueva ilusión nacional. Lo que no imaginaba, en realidad en ese momento era difícil imaginarlo, es que esa gente que pidió a todo grito que se quedara es la misma que hoy en día exige su renuncia, critica sus decisiones y deja por el piso su trayectoria. Esa gente que hace unos meses lo subió al cielo, es la misma que hoy lo ha bajado al infierno.
A raíz de ello, el idilio de José Néstor Pékerman y la Selección Colombia se ha ido diluyendo poco a poco. Lo que comenzó siendo puro color de rosa, con halagos por aquí y por allá, ha tomado un tinte oscuro en el que predominan las críticas. El ángel que en un principio pintaba incluso hasta para ser presidente de la nación, se ha convertido en un demonio que no debería seguir en su cargo por el «bien» de la selección. Una selección que pelea otra vez por clasificar a una Copa del Mundo y que se ha vuelto a ganar el respeto del mundo entero, gracias a este señor.
La razón es una sola y tiene que ver con que los colombianos no tenemos memoria y nos hemos especializado en destruir a nuestros ídolos. Para no ir muy lejos, el caso de Falcao García es una muestra más de ello. Después de compararlo con Cristiano Ronaldo y Lionel Messi, lo tratamos como un jugador retirado, acabado y maldito por las lesiones. Prácticamente lo mismo está sucediendo con Pékerman. Después de que lo pusimos a la altura de los mejores entrenadores del mundo, ahora lo tenemos entre los peores. De un momento a otro sus convocatorias son malas, su forma de trabajar no es la adecuada y sus formaciones siempre son erróneas. La situación ha cambiado tanto que hoy en día la mitad del país lo ama y la otra mitad lo odia.
Y quiero finalizar expresando que lo más triste de todo viene cuando se olvidan que detrás del director técnico hay un ser humano que al igual que tú, que yo, que tu madre o que tu hijo, siente cada palabra, sufre cada crítica, llora cada decepción y celebra cada victoria. A los «hinchas» colombianos se les olvida que José Néstor Pékerman Krimen es una persona. Que también merece respeto. Que se ha ganado el derecho de representar al país. Que cada vez que arma el equipo titular de la Selección Colombia lo hace pensando en poder dibujar una sonrisa en el rostro de los más de 45 millones de colombianos que hoy, en gran mayoría, exigen su renuncia.