Robinho de Souza reveló, entre otras cosas, cómo las discotecas de Mánchester y las peleas de Zlatan Ibrahimovic estropearon su prometedora carrera.
Nació en São Vicente, São Paulo, el 25 de enero de 1984. Debutó a los 18 años, lleva más de 18 temporadas como futbolista profesional y por ahora no piensa en retirarse. Actualmente tiene 36 años y es la gran figura de uno de los equipos que lideran la Superliga de Turquía.
Estamos hablando de un atacante habilidoso. De un delantero escurridizo conocido por su buena técnica, dominio de balón y capacidad de improvisar. Suma 868 partidos, 284 goles, 171 asistencias y 15 títulos entre sus clubes y selección. Un futbolista único e irrepetible, que a los 15 años de edad fue elegido por la leyenda brasileña Pelé como su heredero.
Sin embargo, Robinho nunca pudo estar a la altura de las expectativas generadas. Él mismo se ha encargado de reconocerlo al reconstruir su historia y su vida en el fútbol. Lo ha hecho a través del diario ‘MARCA’ de España, con diferentes confesiones en las que dejó al descubierto algunos de sus secretos mejor guardados.
Robson de Souza tuvo un aterrizaje fulgurante en España. Su debut en Cádiz desató una ola de optimismo en la afición del Madrid, que creyó ver a Pelé reencarnado en el menudo futbolista brasileño, que había rechazado al Barcelona para vestirse de blanco. Las expectativas estaban por las nubes.
Cuando el Madrid vino a por mí, vi que tenían un gran grupo de brasileños en la plantilla y el técnico era Vanderlei Luxemburgo. ¿Por qué me iba a ir al Barcelona?
Sé que algunos esperaban que ganase el Balón de Oro. Cuando Pelé habla sobre ti, la gente escucha. Hicieron esas comparaciones pero no hay un nuevo Pelé, ni ahora ni nunca.
Mi debut fue genial. Había llegado a Madrid el día anterior estaba ansioso por jugar. Fue perfecto. Cuando recibí mi primer balón, le tiré un sombrero a un jugador del Cádiz y empecé a regatear».
Pese a que su rendimiento en el Madrid no fue tan malo (hizo 35 goles y dio 27 asistencias) no llegó a colmar las tremendas ilusiones que la grada de Bernabéu había depositado en él. Y su salida no contribuyó a dejar un buen recuerdo.
Mi objetivo era irme al Chelsea. Scolari me dijo que marcaría la diferencia para él en el equipo. Pero el Real Madrid acabó mal con ellos. No les gustó que el Chelsea vendiera camisetas con mi nombre antes de que el acuerdo estuviese hecho.
No me arrepiento de irme del Madrid. Pero lamento haber acabado mal con ellos cuando me fui. El Madrid fue el club que me abrió las puertas y me ofreció la oportunidad de conquistar Europa. Me faltaba madurez y la capacidad de parar, pensar con una mente clara y considerar las consecuencias antes de tomar decisiones. Solo la edad y la experiencia pueden brindarte esto.
Me gustaría mucho volver a ver a Florentino Pérez, darle un abrazo y agradecerle todas las cosas buenas que hizo por mí. Por todo el cariño que me dio».
De Souza, tras aquella rueda de prensa para pedir que le dejaran salir del Real Madrid, acabó fichando por el Manchester City, que tenía un proyecto en ciernes para convertirse en el gigante que es hoy en día. Pero la noche distrajo al brasileño.
Me gustó Mánchester, el club, los restaurantes… pero no nos olvidemos de las discotecas. Me gustaba divertirme. ¡Pero los ingleses salían más que los brasileños! Joe Hart salía siempre, Micah Richards y Shaun Wright-Phillips lo mismo. Pero cuando salíamos los brasileños siempre nos pillaban.
Hablé un par de veces con el dueño, el jeque Mansour. Me dijo que iba a hacer un gran trabajo para fichar a Kaká y Messi. Fui campeón en todos los equipos en los que jugué salvo en el City. Si lamento algo es no haber dado un título al City, es lo único que me deja un poco triste».
Los tumbos de la carrera de Robinho le llevaron al Milan, con un agente especial en la negociación, un Zlatan que se arrogó el mérito de vestirle con la camiseta rossonera. También recordó el brasileño con cariño su amistad con David en el Madrid.
Zlatan solía decir que él convenció al Milan para que me ficharan: ‘Estás aquí por mí’. ¿Es arrogante? Sí, pero en un buen sentido. Es sólo confianza y confianza en su talento. Para mí es todo lo que un delantero debería ser: un showman y un ganador.
En un entrenamiento le dio por retar a Gattuso a una pelea de jiu-jitsu. Ahí tenías a este feroz defensor haciendo artes marciales contra Zlatan, que es cinturón negro. ¿Quién ganó? Zlatan siempre gana.
Beckham siempre estaba con los brasileños. Era parte de nuestro grupo. De hecho, los españoles estaban celosos porque hablaba más portugués que español, así que pasaba más tiempo con nosotros».