Andrés Iniesta recordó los inolvidables momentos que vivió en la final del Mundial de Sudáfrica 2010, con la Selección de España.
El centrocampista español ha vuelto a ser noticia en su país. Esta vez es por cuenta de una entrevista concedida al diario ‘MARCA’, en la que participó por el décimo aniversario de la consecución de la Copa del Mundo. Estas fueron las palabras de Andrés Iniesta:
«Sigo sintiendo sensaciones del momento del gol. Desde entonces es como si el 11 de julio fuera mi cumpleaños. Me llegan muchas felicitaciones. Imagino que este, al cumplirse 10, será un poco más especial.
Me vienen a la cabeza todos los recuerdos de ese día. Fue un momento increíble. Es como si todo se parara, que estuviera todo congelado. Después de hacer el control vi que se me quedó la pelota botando, perfecta. Sabía que era el momento, que tenía que ser gol. ¿Por qué? No lo sé, no soy capaz de explicarlo. Pero lo sabía. Lo sentí. Era nuestro momento, el de España, el de todo el país.
No creo que sea para tanto como para decir que soy el ojito derecho de España. El fútbol tiene la capacidad de traspasar muchas barreras. Me siento un privilegiado por haber hecho feliz a tanta gente. Es la mejor recompensa que se puede tener.
La verdad es que no me siento muy cómodo cuando me halagan cara a cara. Cada vez que la gente me muestra su cariño o respeto es algo que me llena. Un simple gracias me basta para entender lo que supuso lo que logramos. Porque ese gol nunca hubiera llegado sin el de Puyol a Alemania, las paradas de Iker a Robben, los tantos de Villa cuando más falta nos hacía, con el trabajo de todos».
«Lo recuerdo como una jornada cargada de normalidad. La verdad es que parecía como si estuviéramos ante un partido más. Reinaba una tranquilidad muy grande en el equipo. Si me dicen que lo explique, no sabría hacerlo. Era una final de un Mundial, la primera para España, y todo era calma. No recuerdo ver a nadie nervioso. Pensé que eso era muy bueno.
El gol, lo he visto muchísimas veces. Soy incapaz de dar una cifra. Todo el mundo lo ha visto en la tele, en el ordenador o en el teléfono. Y el partido, igual. Primero porque lo han puesto muchas veces, después porque siempre me ha gustado ver lo que hago en el campo para mejorar.
Al oír los tres pitidos me derrumbé en el césped. El primero que llegó donde yo estaba fue Valdés. Yo no podía hablar. Sólo lloraba y lloraba. Me he dado cuenta de que toda la gente se acuerda de lo que estaba haciendo. Me han contado reacciones increíbles, gente que se lesionó celebrando el gol, otros que eran incapaces de parar de llorar. Ya no es la felicidad que tú sientes, es la que ves en los demás.
Del Mundial, propiamente dicho, tampoco es que tenga muchas cosas guardadas. Son más los recuerdos personales y las vivencias. Están las botas, un trozo del césped del Soccer City y las mallas interiores con las que jugué».