Wayne Rooney ha vuelto a ser noticia en el fútbol mundial. Tras varios meses en el anonimato, está dando de qué hablar por el documental de ‘Amazon Prime’ sobre su vida y su carrera. Estas son algunas de las confesiones de Rooney:
MENTALIDAD DE GANADOR
«Recuerdo que en la Eurocopa de 2004, a los 18 años, pensé: ‘Soy el mejor jugador del mundo, no hay nadie mejor que yo’. Yo creía eso. Podría haber sido Pelé, Maradona y George Best en el otro lado, no hubiera importado».
ADICCIÓN AL ALCOHOL
«Mis errores por la bebida podrían haber sido chicas, podría haber sido conducir bajo los efectos del alcohol, algo que hice, podría haber sido matar a alguien o podría suicidarme. Probablemente la muerte. Sabía que necesitaba ayuda, para salvarme pero también para salvar a mi familia».
SUS PELEAS CALLEJERAS
«Yo no era el niño más majo a esa edad. Hice algunas cosas que estaban mal y tuve muchas peleas cuando era más joven. A veces te golpean y eso no es agradable, pero solía disfrutarlo un poco.
Recuerdo que me rompieron la mandíbula en Manchester. Yo tenía unos 13 años y un tipo me agarra y me golpea. Él fue a golpearme de nuevo y simplemente me dejé caer, lo atrapé y luego salí corriendo».
INFANCIA DE WAYNE
«No diría que fui un matón, pero hubo cosas que no debí haber hecho y crucé la línea. Te enseñan que tienes que luchar para sobrevivir. Es casi como si no fueras a recibir ningún favor del Gobierno o de cualquier persona en el poder, así que tienes que construir tu propia forma de vida. Para los niños de esa edad, hay que luchar. A veces eso se desbordó y sucedió».
EL DÍA QUE ROONEY QUISO HACERLE DAÑO A UN RIVAL
«Cambié mis tacos antes del partido. Puse tacos más largos porque quería lesionar a alguien. Si el Chelsea lograba un punto, ganaba la Premier. En ese momento, no pude soportarlo. Los tacos eran legales, tenían un tamaño legal, pero eran más grandes de los que normalmente usaba».
PROBLEMAS CON ALCOHOL
«Había momentos en los que tenía un par de días libres y me encerraba y solo bebía, para tratar de quitar todo eso de mi mente. La gente sabía que a veces me gustaba tomar una copa o salir, pero era mucho más que eso lo que pasaba en mi cabeza.
Ahora, la gente estaría más capacitada para hablar sobre ese tipo de cosas. En ese entonces, en mi cabeza y en la de otros jugadores, no había forma de que pudiera entrar al vestuario del United y comenzar a decir ‘así es como me siento’. Simplemente no se hacía».
UNA AYUDA PSICOLÓGICA
«Antes diría, ‘a la mierda’ y saldría. Pero aprendí que necesitaba sentarme y hablar con alguien. Eso calmó las cosas. Hablé con Coleen, con sus padres y los míos. Lo hacía cuando notaba que estaba llegando a un mal momento».