Michael Owen ha vuelto a ser noticia en el fútbol mundial. Tras varias semanas en el anonimato, el ex-futbolista inglés concedió una entrevista al ‘Daily Mail’ para hablar de enfermedad incurable que tiene su hijo James, de 17 años. Estas fueron las palabras de Michael:
«Si pudiera darle mis ojos y hacer un intercambio lo haría, pero son las cartas que le han repartido y no tiene sentido regurgitarlas durante toda la vida. No puedes estar pensando por qué yo y todo lo demás. James absolutamente no hace eso. Al principio lo hizo un poco, pero como dice ahora, es un chico positivo», expresó el lengendario atacante.
Cuando apenas tenía 8 años, a James Owen le diagnosticaron Stargardt, una rara enfermedad genética que se produce cuando se acumula material graso en la mácula, la pequeña parte de la retina necesaria para una visión central y nítida.
El hijo de Michael Owen soñaba con ser futbolista, pero su vista empeoró progresivamente durante su adolescencia y actualmente está «clínicamente ciego».
«La gente espera que me dedique al fútbol y solía disfrutarlo mucho. Pero estaba llegando a un punto en el que era demasiado difícil saber dónde estaba la pelota. Realmente dejé de disfrutar con el juego porque quería ser el mejor», explicó James en ‘Mail Sport’.
«Cuando era más joven realmente sentí lástima de mí mismo. Pensé: ‘¿por qué yo?’. No puedo conducir, no puedo hacer esto, no puedo hacer lo otro. Pero estar molesto por esto no va a cambiar nada, así que mejor sigo adelante. Ahora sueño tener mi propio negocio y mantener a mi familia en el futuro», confesó el joven británico.
El ganador del Balón de Oro en 2001 reconoció que «cuando alguien se te acerca en el pub y te pregunta: ‘¿tu hijo juega?’, solo quieres cambiar de tema. Probablemente eso haya sido lo más difícil a lo largo de los años.
Cuando James era muy joven y sus ojos probablemente estaban mejor que ahora, los campos eran más pequeños y todo estaba mucho más cerca para que pudiera ver mejor la pelota… era muy, muy bueno. Le dije a mi padre, a mi esposa y a todos, ‘tiene muchas posibilidades de ser futbolista’. Pero tan pronto como le diagnosticaron, dejó de hacerlo gradualmente. Lo sobrellevó bien».
Sobre los tratamientos médicos a los que tuvo que someterse su hijo, Owen relató que «no fue nada fácil. El pobre niño tenía que ir al hospital cada dos minutos y tenía que quedarse allí, siendo valiente, mientras le metían cosas en el ojo.
Le picaban los ojos y gritaba de dolor. Simplemente piensas: ‘¿por qué?’. Pero he visitado muchos hospitales a lo largo de mi vida y he visto a muchas personas menos afortunadas, así que hay que ponerlo todo en perspectiva. Seguimos con la vida y lo pasamos muy bien.
A todo le saco el lado positivo. Tengo mucho de qué enorgullecerme porque James se ha convertido en un muchacho brillante», concluyó.