El futbolista español derrochó lo mejor de su talento con un repertorio de jugadas, regates y pases milimétricos ante Uruguay.
Entre los muchos futbolistas que merecen ganar un balón de oro y que no lo han conseguido por el simple hecho de ser contemporáneos de Cristiano Ronaldo y Lionel Messi, sobresale el español Andrés Iniesta, un versátil volante que ya ha dado de que hablar en la Copa Confederaciones.
Más allá del superlativo nivel de juego exhibido por la selección de España durante su debut ante Uruguay, la gran figura del compromiso que terminó 2-1 en favor de los europeos fue el exquisito mediocampista del Barcelona.
Iniesta demostró en Brasil, la tierra del ‘jogo bonito’, que no hace falta nacer y crecer en una playa para deleitar al mundo con sus movimientos, sus regates, sus jugadas y precisos pases. El «6» de los españoles fue el guía ofensivo de un combinado ibérico que se mantiene como gran aspirante al título.
Fintas, combinaciones al primer toque, paredes regates, el balón escondido en el pie… La exhibición de Andrés Iniesta en el ‘Arena Pernambuco’ de Recife fascinó al mundo: compañeros, rivales y brasileños presentes en el estadio, que abrían la boca sorprendidos de las acciones del jugador de la selección española.
El rumor en la grada se instaló cada vez que tocaba el balón. Control, giro, regate y pase al mejor colocado, normalmente Cesc o Soldado. Su premio al MVP del partido fue unánime. Su coreografía recordó a la de Zinedine Zidane y desde este domingo muchos brasileños le han abierto la puerta de acceso al templo de los mejores jugadores de la historia.
Para completar su estelar actuación, que me lleva a escogerlo como el mejor jugador de la primera fecha en la Copa Confederaciones, incluso robó el balón que significó el segundo gol de España, marcado por Soldado a pase de Cesc Fábregas, quien recibió un pase largo de un Iniesta que estuvo intratable.